COP26 | NDC saludables en América Latina

El lunes 8 de noviembre, en el marco de la COP26 que se desarrolla en Glasgow, se realizó el evento “NDC saludables en América Latina”. Organizado por la Alianza Mundial para el Clima y la Salud (GCHA), de la cual Salud sin Daño es miembro fundador, el encuentro sirvió para analizar la inclusión de la perspectiva de salud en las NDC (contribuciones determinadas a nivel nacional) de los países latinoamericanos y vislumbrar las oportunidades que se presentan para la región en el futuro. Además, se anunció la creación de la Red de Clima y Salud de América Latina y el Caribe, una alianza que buscará proteger la salud de las poblaciones de los impactos del cambio climático y maximizar los co-beneficios en salud de la acción climática.

La actividad, que fue moderada por Jeni Miller, directora ejecutiva de la Alianza Mundial para el Clima y la Salud, promovió la importancia de la integración de la salud en la política climática y destacó ejemplos de buenas prácticas en las NDCs de América Latina y el Caribe.

“La perspectiva de salud tiene que estar incluida en una estrategia a largo plazo”, dijo Andrea Hurtado Epstein, gerenta del programa de cambio climático de Salud sin Daño para América Latina, quien remarcó la importancia de que el tema se convierta en una política de Estado que se mantenga a través de los cambios de gobierno en los distintos países de la región.

En ese sentido, Hurtado Esptein destacó que una gestión exitosa que se traduzca en acciones reales -y en presupuesto- sólo es posible si existe un mandato de alto nivel y si se realiza un trabajo intersectorial. Y mencionó el ejemplo de Argentina, primer país en incluir la descarbonización del sector salud en su compromiso climático (con medidas tanto de mitigación como de adaptación), así como los avances alcanzados en otros países que están innovando, como Perú, Colombia y Chile. 

“Perú tiene un portafolio de 14 medidas de adaptación para el sector salud; Colombia tiene el mandato de desarrollar planes de mitigación y adaptación con el sector salud; Chile está en vías de crear este mandato que incluye medidas tanto de mitigación como de adaptación y es el primer país de la región que hizo una estimación de las emisiones de sus establecimientos de salud”, resumió Andrea.

De izquierda a derecha: Andrea Hurtado Epstein, Jeni Miller y Marisol Yglesias

Por su parte, Marina Romanello, directora de investigación de The Lancet Countdown, se refirió a los impactos del clima y la salud en América Latina y el Caribe, enumerados en su último informe, que se titula “Un código rojo para el futuro saludable”. Romanello definió a las olas de calor como “asesinas silenciosas” que afectan no sólo la mortalidad y la morbilidad sino los determinantes sociales de la salud, sobre todo en las poblaciones más vulnerables. Además, lamentó que en Sudamérica se siga financiando la quema de combustibles fósiles (“se financia el deterioro de nuestra salud”), aunque remarcó que “estamos ante una oportunidad sin precedentes para lograr una sustentabilidad ambiental y económica, mejorando la salud y reduciendo las inequidades”.

Jessica Beagley, analista de políticas de la Alianza Mundial para el Clima y la Salud, recorrió las variaciones que existen en la puntuación “NDC saludable” en América Latina y destacó los casos de Chile, que “ha mencionado de manera muy clara a la salud en sus NDC” y de Costa Rica. “La financiación es algo completamente necesario para pasar a la realidad”, aseguró Beagley.

Patricia Campos Mesén, titular de la Dirección de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica, calificó al cambio climático como “la mayor amenaza para la salud mundial en el siglo XXI” y aseguró que las NDC de su país representan “un compromiso al más alto nivel” que fue posible gracias a un trabajo de todos los sectores involucrados. “La inacción climática nos puede pasar una factura muy grande”, dijo Campos Mesén, quien cerró su presentación con una cita de Poornima Prabhakaran, investigadora senior del Centro para el Control de Enfermedades Crónicas de la India (socio estratégico de Salud sin Daño), que destaca como esa inacción puede exacerbar los impactos sociales, económicos y sanitarios de la actual pandemia y la importancia de formular compromisos climáticos nacionales saludables en el mundo posterior a la COVID-19.

Leonardo Muñoz, jefe de la Oficina Ciencia y Gobierno del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile, reconoció que “queda mucho trecho por recorrer” y remarcó la necesidad de fortalecer el vínculo con la comunidad científica. “La dimensión social del problema a veces no es tan evidente; el efecto sobre la población es una tarea que claramente tenemos que fortalecer”, aseguró.

Daniel Buss, asesor de cambio climático en la OPS, realizó un breve análisis de la inclusión de la salud en los documentos de política climática en América Latina y el Caribe, destacando la importancia de contar con estructuras institucionales y programas financieros que permitan realmente concretar dicha inclusión. “Muchos países aún no han hecho estudios de vulnerabilidad relativos a cambio climático y salud”, dijo Buss, quien igualmente destacó que existe “alto grado de entendimiento de cuáles son los impactos principales del cambio climático sobre la salud”.

La presentación de Marina Romanello

Por su parte, el Dr. Mauricio Ilabaca, presidente del departamento de Medio Ambiente del Colegio Médico de Chile, se refirió al rol de las y los profesionales de la salud en las políticas climáticas, enumerando tres puntos que considera fundamentales: la necesidad de gobernanza y de formar parte de una agenda “que nos desafíe y nos impulse”; la conformación de redes locales e internacionales para compartir apoyo y experiencias; y la generación de sinergias en un marco de trabajo intersectorial.

Sobre el cierre del evento, Marisol Yglesias anunció la creación de la Red de Clima y Salud de América Latina y el Caribe, una alianza conformada por organizaciones científicas, médicas, centros de investigación y ONGs que trabajan para minimizar los impactos del cambio climático en la salud humana y movilizar al sector salud para la acción climática. 

“Creemos que podemos lograr que la región sea resiliente, saludable, sostenible, inclusiva y equitativa. Podemos ser un referente en política climática, que incluya el tema de justicia climática, salud y equidad”, dijo Yglesias. “Nos ofrecemos como aliados para tomadores de decisiones y gobernantes, ofreciendo evidencia científica y el argumento de salud para que eleven sus ambiciones climáticas”, concluyó.

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