Dioxinas peligrosas

Dioxinas: un subproducto peligroso

El término "dioxina" se refiere a un grupo de contaminantes orgánicos persistentes que se encuentran entre las sustancias químicas más tóxicas conocidas en la actualidad.

Las dioxinas se producen por incineración, durante la fabricación de productos químicos clorados, especialmente el PVC, y en otros procesos que utilizan cloro, tales como el blanqueo de papel. En la década del '90, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) descubrió que en ese país, alrededor del 40% de las emisiones de dioxinas al aire provenían de la incineración de residuos hospitalarios. Uno de los factores más importantes fue la gran proporción de PVC presente en este tipo de residuos. El cloro que contiene el PVC es un ingrediente fundamental para la formación de dioxinas.

Debido a que existen literalmente cientos de dioxinas, la mayor parte de la investigación en laboratorios se concentra en la dioxina más tóxica, la 2,3,7,8-TCDD. Se la clasifica como carcinógeno humano cierto por la Agencia Internacional de Investigaciones del Cáncer (IARC, por su sigla en inglés) y el Departamento de Salud de los Estados Unidos. También afecta el sistema inmunológico, el sistema reproductivo, la etapa de desarrollo, el sistema hormonal, y causa otros problemas de salud como la diabetes, entre otros.

Las dioxinas pueden permanecer en el ambiente durante miles de años, y pueden trasportarse por todo el planeta por vía aérea o acuática.

Se disuelven en grasa, y como el cuerpo las elimina muy lentamente, se acumulan en la cadena alimenticia. Por lo tanto, los predadores superiores, lo que incluye a los seres humanos, pueden tener concentraciones muy elevadas de estas sustancias. También se transmiten de madre a hijo/a, a través de la placenta y por la leche materna. La leche materna sigue siendo, sin duda, la mejor alimentación para niños y niñas; por ello, la mejor forma de reducir la exposición es mediante la reducción de la concentración de dioxinas en el ambiente. 

Para luchar contra la contaminación por dioxinas, más de 150 países han aceptado los términos del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs).

Los estados que han ratificado el Convenio deben reducir o eliminar la liberación de contaminantes orgánicos persistentes al ambiente. Las medidas tomadas hasta la fecha incluyen prohibiciones globales de algunos de los plaguicidas clorados más tóxicos y persistentes, pero ya que las dioxinas no se producen intencionalmente, no pueden prohibirse. En cambio, el Convenio determina cuáles son las mejores técnicas disponibles y las mejores prácticas ambientales, y el control de las dioxinas y otros COPs producidos no intencionalmente.

Esto incluye controles muy estrictos de las emisiones de dioxinas de los incineradores. Ninguno de los incineradores de pequeña escala, que son comunes en los países de bajos recursos, cumplen con estos criterios. Aunque todos los incineradores producen dioxinas, el problema es más grave cuando se quema PVC. Debido a ello, el gobierno de India prohíbe la incineración de residuos hospitalarios con PVC y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar el PVC, para reducir el problema. En última instancia, la única forma de eliminar por completo el problema de la emisión de dioxinas a partir de la incineración de residuos hospitalarios es por medio del uso de tecnologías alternativas a la incineración.

SSD es el principal colaborador en un proyecto llevado a cabo en ocho países destinado a facilitar la implementación del Convenio de Estocolmo. Financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por su sigla en inglés) y administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el proyecto reducirá la emisión de mercurio y dioxinas al ambiente por parte de las instalaciones de salud.

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